Queda tan solo una semana o dos (a lo sumo) para que el Consejo de Ministros que preside Jose Luis Rodríguez Zapatero apruebe la nueva Ley de Propiedad Intelectual para sustituir a la anterior, de 1996.
Son muchos los aspectos polémicos de la nueva ley. Los grandes beneficiarios serán la industria musical (las grandes empresas) y las sociedades de derechos de autor (la SGAE y compañía). Los grandes perjudicados: los ciudadanos. El Ministro de Cultura César Antonio Molina afirmó «yo creo que esta semana la cerramos (la Ley). Se va a acordar para respetar los derechos, sobre todo de los creadores y la industria«. Cuando habla de la industria se refiere a las grandes empresas y cuando habla de los autores, se refiere a las sociedades de explotación del derecho de autor. Molina se olvida comentar qué pasa con las opiniones de la industria tecnológica, las sociedades de consumidores y las plataformas sociales.
El artículo 25 de dicha ley establece que el canon es un derecho «irrenunciable«. Entre otras muchas medidas pretende el cobro de el susodicho canon a todos los soportes digitales de almacenamiento, sean usados para albergar copias privadas o no lo sean. Hablo de CD-Rom, DVD, Discos Duros, Pendrives, Reproductores MP3, Grabadoras, etc. Todo aparato con capacidad de soporte digital.
La considero como una ley terriblemente injusta, que lo único que pretende es profundizar en una línea: la cultura es un producto, y como tal debe estar sujeto a las leyes de mercado. Una concepción así de la cultura, francamente, demuestra muy poco a favor de la mayor herramienta de progreso que una sociedad puede tener.
A mi juicio esto es lo mismo que si quisieran poner un canon sobre los cuchillos para compensar a todos los acuchillados. No tiene sentido.
Aquí les dejo unos enlaces que considero interesantes:
– Todos contra el Canon
– Manifiesto por la Liberación de la Cultura
Mi postura personal es completamente contraria a la aprobación de esta ley. Me parece terriblemente injusta. Castiga a personas que no van a realizar copias de material protegido, y encarece el producto. ¿Quienes pagan al final?: los consumidores, es decir, los ciudadanos.
¿Qué es lo peor de todo esto?. Que el gobierno los ampare. Yo no espero nada de la industria musical (por cierto, que si nos ponemos a investigar comprobamos la conexión entre los medios de comunicación y la industria cultural, y como quienes nos tienen que informar realmente lo que hace es desinformarnos, llamando «piratas» a todos, cuando los verdaderos piratas son ellos, saqueando las economías de los países del tercer mundo en busca de recursos) ni de las sociedades de explotación de los derechos de autor. No le pido a un grupo de empresarios y abogados que comprendan lo que es la cultura y el beneficio social frente al particular. Eso es demasiado pedir. Pero que el gobierno los defienda, legisle injustamente y se apoye en los medios que resulta que son las empresas dedicadas a sacar tajada de la cultura, eso es una canallada… es miserable.
Desde aquí alzo mi voz para denunciar la bajeza ética de quienes aprueban una ley injusta, y la de todos los que los apoyan. la situación de la clase política es desesperada. Todos los partidos con representación parlamentaria menos CIU y ERC votaron a favor (los dos nacionalistas se abstuvieron). La verdadera razón no es que defendieran a los ciudadanos, sino que eso era competencia autonómica. Por lo tanto no hay nadie en el parlamento dispuesto a luchar contra la ley.
Dentro de poco podrás sentir en tus carnes lo que supone pagar más por un producto para beneficiar a las grandes empresas y sus sociedades de abogados. Cuando lo hagas, no dejes de recordar quién es el culpable: las grandes empresas, las sociedades-jurídicas de explotación de derechos de autor, los partidos políticos que escriben la ley, pero sobretodo el gobierno y la su máxima figura: el Presidente. A él responsabilizo, y con él echaré cuentas. Al fin y al cabo es él quien firma la ley que margina a toda cultura ajena al mercado, y muestra así cual es su postura (y la de su partido) con respecto al movimiento de la cultura libre.
Pablo